Situación de calle: un drama que recrudeció la pandemia
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Cruda realidad
Situación de calle: un drama que recrudeció la pandemia
 
Ver imagen Si bien en Paraná los dispositivos de contención para gente en situación de calle redoblan sus esfuerzos, el problema se expande. El impacto de las adicciones.

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Fecha:18/10/2021 8:12:00 
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El miércoles a la madrugada un hombre falleció en un contenedor de calle Antártida Argentina, en Paraná. El hecho generó gran conmoción. Se trataba de un joven de 33 años, identificado como Hugo Emanuel Godoy. Y si bien en un primer momento se dijo que era una persona en situación de calle, se comprobó luego que tenía domicilio en el barrio Gaucho Rivero, y por su condición indigente solía recorrer la zona de la Terminal y cuadras aledañas buscando comida.

Es en estos momentos tan dramáticos cuando aquellos que atraviesan situaciones de extrema vulnerabilidad social se hacen visibles, a pesar de que son cada vez más las personas que pasan a integrar el porcentaje de quienes quedan sumidos en la pobreza, que hoy se ubica en 40,6% en la Argentina, donde el nivel de indigencia alcanza el 10,7%.

Son cifras que duelen, sobre todo en el caso de quienes no tienen un hogar y sufren el doble su situación: por no tener un techo y quizás tampoco un porvenir, y por la estigmatización social, que se generaliza.Y si bien se multiplican los esfuerzos por brindar un acompañamiento que sea integral para enfrentar esta problemática, ya sea desde ONG, iglesias o el Estado, su complejidad muchas veces excede cualquier red que se tiende para dar una solución a este flagelo.

Al igual que en todo el país, en Paraná creció el número de gente en situación de calle, ya que la crisis económica llevó a muchas personas, e incluso a familias enteras a perder su hogar, pero además se dio que muchas personas de paso por la capital entrerriana quedaron varadas y a la deriva, sin posibilidades ni recursos para volver a sus ciudades o provincias de origen. Muchos se fueron acomodando donde pudieron para pernoctar, al abrigo de una frazada o un cartón, ya lejos de lugares clásicos como la plaza 1° de Mayo, pero en territorios donde saben que no los van a correr.

Ante esta realidad, desde el inicio de la cuarentena decretada en marzo de 2020, en Paraná se dispuso un dispositivo de contención en el Centro Integrador Comunitario (CIC) II, ubicado en calles Fermín Garay y Roque Sáenz Peña. Muchos de los alojados allí lograron reinsertarse tras su paso por el lugar, en el que se desarrolla un acompañamiento en diferentes ámbitos, que van desde la capacitación laboral a la asistencia en salud mental.

Sobre este punto, explicó que hay situaciones que son sumamente complejas: “Con la pandemia y los inconvenientes económicos que trajo aparejados, mucha gente quedó en situación de calle. Pero al ser personas que nunca antes habían estado en situación, se pudo delinear un plan de acción para su reinserción, consiguiéndoles algún trabajo y demás. Diferente es cuando se trata de personas que padecen consumos problemáticos, con las que es más difícil trabajar”.

Vivir en la calle es una realidad difícil. Y en aquellos casos en que las adicciones condicionan a la persona el drama se incrementa. Mariano Martínez, uno de los coordinadores de Hogar de Cristo, un dispositivo de acompañamiento social que pertenece a la parroquia de Lourdes y se gestó para brindar contención sobre todo a personas con consumos problemáticos de sustancias y hoy además asiste a personas en situación de calle y de alta vulnerabilidad, comentó a UNO: “Muchas personas que están en situación de calle van al Hogar a bañarse, a comer y reciben asistencia. Para poder ayudarlos, lo primordial es que ellos se dejen ayudar”.

Al respecto, analizó el caso de quienes padecen adicciones: “Muchas veces pasa que hay personas que en el fondo se sienten más seguros en la calle que en el hogar o en el mismo CIC. No pueden sostener su estancia ahí y por eso salen todo el día, deambulan y vuelven a la noche. Por el tema que su misma ansiedad, su propia manera de llevar las cosas adelante, se les va truncando lo que son las habilidades sociales. En este sentido, para ellos discutir con otro es común, pelearse también, empiezan a molestarse por situaciones muy triviales, pero que terminan hasta en una batalla campal. Es justamente porque no pueden mantener las habilidades sociales que uno normalmente tiene viviendo en comunidad”.


Acto seguido, observó: “Estando en la calle aprenden a defender lo poco que tienen y lo cuidan a capa y espada. Desde su lugarcito para dormir, hasta la botella de agua que tienen, porque al estar en la calle se tienen que cuidar absolutamente de todo, incluso de que no venga alguien a sacarles el lugar a las trompadas o a las patadas. Se activa al máximo la autodefensa y por eso la reacción a veces puede ser hasta totalmente desproporcionada. Pasa cuando uno va a ofrecerles algo y piensas que se les va a sacar algo”, explicó.A su vez, reflexionó: “Hay como un estado de alerta todo el tiempo. Eso es lo que se logra ver, y cuando sienten que hay un lugar seguro y que no va a pasar nada, ahí se quedan tranquilos y hasta pueden dormir plenamente, sin estar con un vigilando lo poquito que tienen para que no se los quiten”.

“Ni que hablar cuando es una mujer la que está en situación de calle, porque ahí tienen que negociar otras cosas, que van desde el cuerpo hasta lo que sea, para poder tener protección de alguien”, señaló.

Por otra parte, comentó que hoy las principales adicciones se dan por los consumos de ansiolíticos u otra sustancia, mezclados con alcohol. “Es el boom mezclar pastillas y alcohol, lo cual causa un efecto de sentirse arriba, pero cuando se pasa llega el bajón. Es un cóctel que es de re fácil acceso y está a la orden del día pueden comprar con 100 pesos un blíster entero”, aseguró.

Buscar una salida
Desde el Hogar de Cristo procuran mitigar estas situaciones y abrir un abanico de oportunidades para quienes tienen una oportunidad de reencauzar su vida:”Hacemos un acompañamiento para ver cómo está internamente cada persona que llegar y están en situación de calle, vemos cómo es su situación familiar, si ya tenía algún tratamiento, si tiene posibilidades de algo, si se deja ayudar y de que forma”, refirió Mariano Martínez.

En el mismo sentido trabajan en el CIC, en coordinación con el municipio y los voluntariados. Al respecto, Leandro Sarli comentó: “Hace seis años que vengo trabajando en el tema, participando como voluntario de Suma de Voluntades. En los casos que tienen que ver con un consumo problemático muchas veces la situación es más fuerte que ellos”.
“Muchos han tenido varios ingresos en el refugio, donde hay un código de convivencia que respetar y que se les hace muy difícil cuando tienen problemas con el alcohol y con las drogas, algunos son pacientes psiquiátricos que fueron diagnosticados y tienen un tratamiento ambulatorio, y entonces cuesta establecerse en un lugar para poder respetar un esquema, hacer un tratamiento continuo y por ahí esos son los casos en los que es más difícil trabajar, y debemos hacer una labor articulada, con todas las aristas que abordan esta problemática”, dijo, y concluyó: “No es un problema habitacional la situación de calle, no es que necesitan donde comer y dormir solamente. Por eso desde el dispositivo se trabajan los consumos problemáticos, los vínculos familiares, la asistencia en salud mental, la convivencia, el proyecto de vida”.
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