Educadorxs Barriales relacionan el abandono en Capibá con la muerte y el dolor
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Educadorxs Barriales relacionan el abandono en Capibá con la muerte y el dolor
 
Ver imagen Los trabajadores que se autodenominan solidarios e independiente brindan apoyo escolar, talleres y la merienda a gurises de la zona desde 2009. "Si hay algo que fue constante todo este tiempo, gobierne quien gobierne, fue el absoluto abandono por parte del Estado", escribieron.

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Fecha:08/10/2018 8:23:00 
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El barrio Capibá de Paraná solamente es noticia cuando ocurren sucesos de violencia como el del martes, que terminó con el joven Gabriel Gusmán muerto por un balazo policial", escribió el periodista Alfredo Hoffman en la columna de opinión que tituló: Pobreza, exclusión, olvido y muerte a los tres días de que cayera el muchacho que tenía 20 años en la canchita del barrio.
Al otro día, José Amado, el redactor especializado en temas policiales y judiciales, señaló: "Sí cabe cuestionar lo que no funciona en Capibá desde hace mucho tiempo: desde la falta de servicios elementales hasta de oportunidades y derechos de muchas personas, pasando por las increíbles ofertas de armas y drogas".
Este viernes a las 15.41 los integrantes del Colectivo Educadorxs Barriales que trabajan en Capibá desde hace nueve años escribieron sobre lo que sucedió ese martes después de las 11.40 cuando el procedimiento policial ingresó al barrio:
"Desde el año 2009 trabajamos de manera solidaria e independiente de todo partido político, iglesia u organización gubernamental, en el barrio Capibá. Brindamos apoyo escolar, talleres, la merienda a gurises de la zona. Hemos compartido muchísimos momentos de alegría, de logros, de esperanza y también de dolor, de impotencia, de injusticia con ellxs y sus familias. Si hay algo que fue constante todo este tiempo, gobierne quien gobierne, fue el absoluto abandono por parte del Estado. En el barrio no hay una escuela, no hay un centro de salud, no hay luminaria, no hay asfalto, no hay cloacas. Durante muchos años se reclamó para que se haga una garita de colectivo en el lugar, y hasta hace muy poco, el que llegaba al barrio sólo pasaba hasta las 21.
En el 2014 se construyó el barrio de empleados de comercio del otro lado de la ruta y todos los desagües fueron directo hacia el Capibá, provocando graves inundaciones cada vez que llueve. A nadie le importó que allí vivían ya cientos de familias desde mucho antes. Junto a lxs vecinxs, hemos realizado innumerables reclamos a la municipalidad para que se realicen las obras necesarias. Obras cuyo dinero fue prometido por varias gestiones municipales y provinciales. Obras que nunca se hicieron. Plata que alguien de arriba se llevó. Algunos políticos se han embarrado apenas sus zapatos de marca para sacarse una fotito en época de elecciones... el resto del tiempo, el Estado brilló por su ausencia. Pero pensemos por un momento, ¿No es acaso una decisión política sostener la marginalidad de un territorio?, ¿No es una decisión mantener las calles en paupérrimas condiciones, donde ni las ambulancias pueden entrar y la recolección de residuos tiene frecuencias bajísimas que propician la formación de minibasurales?

El barrio fue creciendo al ritmo de la ciudad, con familias acarreadas y excluidas de otros barrios y del sistema capitalista para el que lxs pobres no son más que mano de obra esclava, que si sobra, se descarta o se amontona en los rincones más olvidados de los suburbios. Hace varios años se vienen sucediendo episodios de violencia, denunciados en reiteradas ocasiones por lxs vecinxs. Frente a esto, la respuesta de las instituciones ha sido más que consecuente con su accionar: nada. La nada misma. Permitir que los conflictos crezcan y se acentúen y cuando la olla está por explotar, intervenir metiendo plomo. La inseguridad de las y los vecinos va mucho más allá de los robos... la inseguridad en el barrio Capibá se vive con este permanente abandono por parte del Estado.

El pasado martes 25 de septiembre la policía de Entre Ríos le dió un tiro en la nuca a Gabriel Gusmán, un joven de 20 años que murió desangrado tirado en el piso a plena luz del día a la vista de gurises y familiares que denunciaban a los gritos la complicidad de los policías presentes en el lugar con la venta de droga en el barrio. La prensa local enseguida se apuró para llenar de morbo y amarillismo los medios. Gran parte de la sociedad aplaudió el hecho desde temprano... "Un negro menos"... "era una rata"... "que se maten entre ellos", fueron los comentarios más suaves que desfilaron en las redes sociales. Pocas son las personas que se detienen a pensar de dónde vienen la inseguridad, el delito, la desigualdad, la violencia. La cúpula de la policía provincial, con Gustavo Maslein a la cabeza, no tardó en felicitar a Diego Ibalo y Rodrigo Molina por su accionar represivo. La doctrina Chocobar sigue impune tirando por la espalda. El asesinato de Gabriel Guzmán, no es más que el resultado de la negligencia, la marginación y el abuso de poder que viven a diario las familias.

Mientras tanto, nosotrxs seguimos en el barrio. Todo esto, no nos quita la convicción de que la educación y la cultura son las herramientas que podemos compartir para contrarrestar tanta desidia de quienes deberían garantizar los derechos de lxs niñxs y las familias del Capibá. Abrimos el salón en el que trabajamos y un montón de gurises nos reciben con los detalles que no salen en ningún canal. No son pocos lxs que durmieron con la imagen en su retina de un cadáver tirado en el lugar donde juegan a la bolita o a la pelota. No son pocxs lxs niñxs que soñaron con la muerte. El miedo, el miedo como única respuesta por parte del Estado, se impone para disciplinar a los sectores más vulnerables".


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