Por Manuel Justo Gaggero* |
Un viaje hacia las utopías revolucionarias. Segunda parte XX. “Caminando por la quinta avenida” | |
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En ello pensaba cuándo regresaba desde Madrid a la capital azteca ya en que en unos días iría a esa ciudad para sumarme al equipo que, bajo la dirección de Gino Lofredo, editaba el mensuario “Denuncia” e incorporar a Carlos Gabetta como Jefe de Redacción de este. Por otro lado, participaríamos de la actividad dirigida a lograr que la “Enmienda Kennedy", que prohibía la venta de armas a la Dictadura chilena, se extendiera al régimen genocida argentino. En el análisis que hicimos en el encuentro en París y con la dirección del Partido tuvimos en cuenta el rol jugado por la Casa Blanca en el período comprendido entre 1970 y 1977. El papel principal lo había personificado Henry Kissinger, Secretario de Estado durante las presidencias de Richard Nixon y Gerald Ford. No sólo que conspiró contra el gobierno de Salvador Allende en la nación trasandina sino que además apoyó el cruento golpe encabezado por Augusto Pinochet, y luego sugirió que la Dictadura incorporara como principal asesor a Milton Friedman, poniendo en ejecución las políticas neoliberales sugeridas por él mismo. Idéntico papel cumplió en nuestro país . En una reunión previa al golpe de marzo del 76 con los tres Comandantes, estos le manifestaron que en el gobierno pondrían en marcha los métodos sugeridos por los “asesores franceses” y utilizados por la nación gala en la guerra contra el movimiento de liberación de Argelia, cuyo eje era “la desaparición forzada“de los militantes populares y revolucionarios y la tortura sin límite de tiempo. Kissinger, que en 1973 había sido galardonado como “Premio Nobel de la Paz”, les dijo “..llévenlo a cabo, pero rápido, para evitar la condena internacional….”. Este escenario se había modificado el año pasado con la llegada al gobierno de James Earl “Jimmy“Carter, que había nombrado como Secretaria de Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios a Patricia Derian, quién estaba impulsando el viaje a Buenos Aires de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH -respondiendo a un pedido de los familiares de compatriotas “desaparecidos”. Por otra parte, y antes de la llegada de Carter a la primera magistratura, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense y la DINA –la policía secreta de Pinochet–habían asesinado en Washingthon el 21 de setiembre de 1976, al ex Canciller del gobierno socialista chileno Orlando Letelier junto a su asistente –ciudadana norteamericana– RomniMoffitt, produciéndoles serias heridas a su esposo, lo que determinó que el senador “Ted“ Kennedy propusiera en el Congreso norteamericano una Enmienda prohibiendo la venta de armas a los usurpadores de la Casa de la Moneda. Nuestra intención en este viaje era que esta medida se extendiera al Estado Terrorista argentino. Coincidiríamos en el país del Norte: Carlos que viajaría desde París, Rafael Follonier que lo haría desde Madrid y yo que residía en el Distrito Federal de México. Además recibiríamos el apoyo de Oscar Alende -uno de los políticos democráticos argentinos más coherente y que no temía las “represalias“ de la Dictadura. El “Rafa” era uno de los compañeros de nuestra organización que, en un acuerdo con el “Bisonte”, había ingresado al Partido Intransigente como forma de obtener lo que Eduardo Merbilhaá denominaba “un paraguas legal”. En este momento era Secretario General de la Juventud y se exilió en Madrid. Tenía dos hermanos “secuestrados –desaparecidos”. Un tema que me preocupaba en este viaje es que mi documento era un pasaporte, a mi nombre, confeccionado por los compañeros de documentación de nuestra organización. Con él había atravesado sin problemas Migraciones en Francia, Suiza, España y México, pero en Estados Unidos eran más estrictos. No me quedaba otra salida que viajar esperando no tener problemas. Con esa incertidumbre y la despedida de Raquel en el aeropuerto, abordé la aeronave que me conduciría a Nueva York. No tuve problemas en el ingreso. En el aeropuerto me esperaban una pareja de jóvenes compañeros, hijos de dos docentes de la UBA que se habían exiliado luego de la represión iniciada por el dictador Juan Carlos Onganía en la Universidad, que se denominara “la noche de los bastones largos”, en 1966. Jornada en la que fueron encarcelados cientos de estudiantes y profesores de esta casa de estudios. Los acompañaba una compañera estadounidense que formaba parte del colectivo de la revista. Ellos me alojarían en su casa. Así comenzó mi actividad en esta nación. En los días siguientes llegaron los otros compañeros, a los que se había sumado “Paula”, que venía como “veedora” de un sector del Buró reflejando la profundización de la crisis de nuestra organización. Nos trasladamos a la capital administrativa –Washingthon- en donde entrevistamos a dirigentes políticos, legisladores y contactos de Gino, que había desarrollado un impresionante trabajo consolidando el equipo de “Denuncia” que se editaba en castellano y en ingles. Para no olvidarnos de la actividad militante nos sumamos a la venta en la calle y en los centros de estudio de la publicación. Se organizaron charlas y conferencias en las que explicamos y denunciamos el genocidio perpetrado por la Dictadura. El periódico tenía una sección importante que se ocupaba de las luchas populares en diferentes países del Continente. Nos llegaron noticias preocupantes ya que en El Salvador –país que Gabriela Mistral denominara “el Pulgarcito de América“, ya que en sólo 21 mil kilómetros de superficie vivían casi cuatro millones y medio de habitantes- un fraude electoral había llevado a la presidencia al General Carlos Humberto Romero, lo que generó grandes protestas en las calles de las principales ciudades reprimidas violentamente por el Ejército, con el saldo de más de siete mil muertos. Por otro, lado en la patria de Rubén Darío se produjo en setiembre de ese año, una insurrección popular violentamente reprimida por la Guardia Nacional Somocista. En ese contexto se dio un hecho auspicioso, que era el inicio de conversaciones entre las tres tendencias del Frente Sandinista de Liberación Nacional en la búsqueda de la unidad. Como parte de esta visita se organizó una viaje a San Francisco, para tomar contacto con la comunidad universitaria de la Universidad de California, ubicada en Berkeley, lo que nos trajo gratos recuerdos. Recordábamos cuando distribuíamos el “Manifiesto”, como parte de nuestra militancia universitaria. ¿Cómo nos fue en esa ciudad considerada una de las más hermosas del mundo? ¿Qué pasó luego con Carlos en su actividad como Jefe de Redacción y yo firmando las editoriales? Este y otros temas abordaremos en nuestra próxima nota de esta saga.
*Abogado. Ex Director del diario “El Mundo“ y de las revistas “Nuevo Hombre“ y “Diciembre 20” | |