Un viaje hacia las utopías revolucionarias - Segunda parte V. "La regional méjico"
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Municipalidad de Parana

Por Manuel Justo Gaggero*
Un viaje hacia las utopías revolucionarias - Segunda parte V. "La regional méjico"
 
En este escenario, que tenía una cuota de surrealismo en el que estábamos transitando, en un exilio que no había estado en nuestro horizonte militante, los grupos de compañeros del Partido y simpatizantes que se organizaban en cada ciudad de Europa o de nuestro Continente pasaban a conformar una Regional imitando la estructura interna de la organización en el país.

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Fecha:31/01/2017 11:33:00 
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Así era la formación en la Patria de Pancho Villa y de Emiliano Zapata y fue, en la primera reunión formal que se preparó para recibirme, que conocí a extraordinarios e inolvidables compañeros.
Me llevo a la misma Paula, que fungía en ese momento como “delegada” de la Dirección y que tenía criterios, a mi juicio, erróneos, ya que partían de una mirada esquemática que no conciliaba con la decisión de nuestra organización de construir un “Frente Internacional”, con gran amplitud, que denunciara los crímenes del Estado Terrorista y se solidarizara con las luchas de los trabajadores y el pueblo.
Ya de por sí, la integración a países con otras culturas, era un gran desafío a lo que se sumaba la falta de información, en los medios de comunicación, de lo que sucedía en nuestra Argentina.
En general nosotros teníamos una mirada que sobredimensionaba los sucesos en el país y nos resultaba difícil entender que estábamos muy lejos de ser el centro de los acontecimientos en el mundo.
Más aun cuando había dictaduras, en casi todos los países de nuestra sufrida América mestiza y que, fuera de Cuba, que era un faro que irradiaba esperanza y de la nación azteca que, con contradicciones, era solidaria con los perseguidos el contexto era altamente negativo.
Además, y en el Tercer Mundo, se renovaban nuestras deseos de alcanzar los cambios profundos por los que estábamos luchando con la consolidación de los procesos revolucionarios en Vietnam, Angola, Guinea Bissau y Mozambique.
Por otro lado, en lo que hace a la conducta de la militancia partidaria, la dirección comprendía que se daban diferentes situaciones.
Algunos compañeros habían quedado literalmente “descolgados“y en una posición riesgosa, sin recursos económicos, por lo que recurrían a amigos y familiares y salían del país.
Otros expresamente –como en mi caso –iniciaban el exilio en el marco de una retirada ordenada temporal a fin de preservar la militancia y con la idea de continuar la lucha en el exterior y preparar el regreso al terruño.
Estas diferencias debían ser contempladas y no podían generar descalificaciones de ningún tipo. Por otra parte nosotros, en nuestro frente, que estaba orientado a mantener las relaciones con los partidos y dirigentes democráticos, habíamos ayudado a compañeros que corrían serios peligros a que abandonaran el país, como eran los casos de Martin Federico y su compañera y de Gustavo y Liliana.
También lo intentamos, sin éxito, con Enrique Raab y Mario Abel Amaya.
En la antigüedad y en la edad media, el desarraigo o la expulsión de las ciudades y los reinos, era un castigo que se aplicaba a los opositores de los monarcas o de los señores feudales por lo que, en ningún caso, es un privilegio estar fuera del lugar en el que nos habíamos desarrollado en lo personal y en lo político.
Con esta visión llegue a aquel encuentro.
El mismo se desarrollaba en la casa de un compañero que de entrada me di cuenta que era uno de los que consideraba Bertold Brecht “imprescindible”: los que luchan toda una vida.
Se trataba de Santiago Ferreyra Beltrán del que me habían dado muchas referencias Jorge Godoy, elamigo de Balta , y el “Negro“ Rafael Pérez.
Su vida no había sido fácil. Muy pequeño fue una de las víctimas de la epidemia de poliomielitis –parálisis infantil –que afecto al país a mediados de la década del 50 lo que le dejo secuelas que sin embargo no lo privaron que, con gran esfuerzo, se sumara a los deportes típicos de los adolescentes–rugby, futbol.
Tenía 8 hermanos y sus padres estaban imbuidos del espíritu de la Reforma Universitaria de 1918 y les trasmitían una mirada condenatoria de las injusticias y de participación en las luchas democráticas y populares.
En la década del 60 en la Córdoba insurgente se sumó al PRT-ERP, junto con su hermano Alejandro que ya militaba en nuestro Partido.
Luego se sumarían Diego y sus hermanas.
Ale tuvo una extraordinaria y clave participación en la fuga del Penal de Rawson en 1972 cuándo copó el avión que trasladaría a Chile a los compañeros de la direcciones de las tres organizaciones que habían planificado la misma.
Al dolor del encarcelamiento de este durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón se sumó el secuestro de Diego y de su compañera Silvia Peralta, de sólo 22 años de edad ambos, el 24 de mayo de 1976.
Con este contexto represivo y teniendo en cuenta lo que les había sucedido a la familia de Mariano Pujadas, en agosto de 1975, asesinados por un comando paraestatal represivo y al escribano Vicente Fernández Quintana, secuestrado en mayo de ese año la familia Ferreyra Beltrán decidió abandonar el país y radicarse en México.
Santi se trasladó a Buenos Aires para seguir militando, en mejores condiciones, dado que era menos conocido que en su ciudad natal pero fue secuestrado en noviembre de ese año de noche y niebla y de crímenes de lesa humanidad.
El operativo lo llevó a cabo una patota de las llamadas “fuerzas conjuntas” a partir de algún dato que brindara algún detenido.
Sometido a brutales torturas y sin que pudieran corroborar sus captores que tuviera vínculo alguno con la “subversión” fue liberado.
Las “internas” de los aparatos represivos lo favorecieron ya que el Tercer Cuerpo no “socializaba“ los datos referentes a la que denominaban “guerra contra la subversión marxista“ ya que su Jefe Luciano Benjamín Menéndez estaba claramente enfrentado con el Dictador Jorge Rafael Videla.
En una interpretación cuasi delirante del Partido Comunista Argentino este, junto con Guillermo Súarez Mason, conformaban la corriente “pinochetista“ y el mandamás de la Dictadura era un Genera “democrático”.
Nada de eso tenía sustento alguno ya que lo que los separaba era la lucha por la hegemonía del proyecto dominante y los “negocios” que se obtenían con la compra de armamentos, las obras públicas y el tráfico de drogas.
Por otra parte el inquilino de la Casa Rosada al quedar en malas relaciones con los Estados Unidos, ya que el gobierno de Carter exigía respeto a los derechos humanos, optó por vincularse estrechamente con la URSS.
Lo que explica, pero no justifica, la postura de los comunistas criollos.
Finalmente el “Santi, con el apoyo de amigos y compañeros, logró salir del país y reunirse en el Distrito Federal con la familia.
Inmediatamente me trasmitió muchísima afectividad y observe que, como diría Gramsci, tenía un gran optimismo en la voluntad y pese a los golpes recibidos confiaba en que alcanzaríamos los objetivos que nos habíamos trazado y que lograríamos la liberación y una sociedad más justa y humana: la sociedad socialista.
Tenía una gran firmeza en los principios pero mucha amplitud entendiendo que la construcción de este espacio exigía respetar la diversidad y unir a todos los que, desde diferentes posiciones, estaban dispuestos a sumarse a la denuncia y a la solidaridad.
Esta condición lo había convertido en el que mejor desarrollaba las alianzas en la Casa Argentina y en el Comité de Solidaridad –COSPA.
Esta integración se completaba con su nueva pareja. Una hermosa mexicana cuyos padres españoles habían participado en la guerra civil en ese país en el bando de la República y se vieron obligados a exiliarse para eludir la represión criminal del franquismo.
Toda la familia participó del corto período en que los republicanos fueron gobierno.
Carmen-más conocida entre los compañeros como Cate– conformaba, junto a nuestro amigo, una pareja jugada y decidida a recorrer el camino de la búsqueda de las utopías revolucionarias.
Por su lado la familia del Santi era muy especial ya que desplegaba una gran generosidad.
Su madre Delia Beltrán Paz –descendiente del famoso “Manco Paz”- organizaba en su casa grandes almuerzos los domingos en los que no faltaba su postre preferido: la “ambrosía”.
En los mismos todos los que estaban solos o querían participar de un buen momento, que superara la tristeza, eran bien recibidos como lo pude comprobar personalmente.
Otro compañero que se me acercó apenas llegue, fue Carlos López De Belba –abogado que militara en solidaridad y tenía un gran afecto por mi hermana Susana llegando a ponerle el nombre de guerra de esta a su hija –Laura.
Hablamos largo y tendido y sentí lo mismo que con el Santi que era otro “imprescindible”.
Estaban también el Flaco y Licha, los periodistas Patiño, Victoria, los compañeros de Cine de la Base –Jorge Nerio, los que habían llegado recientemente de Perú –Pepe y Beatriz.
La reunión fue sumamente enriquecedora y me fui, ya en la madrugada, y luego de escuchar a nuestro querido poeta Jorge cantar “Los mareados” lo que activo la nostalgia e hizo brotar algunas lágrimas.
Se acercaba la fecha de mi partida por lo que decidí hacerles una corta visita a Ricardo Obregón Cano y a Héctor Sandler.
Al primero lo conocí en la casa de Alicia Eguren y John William Cooke en el año 1963. Siempre estuvo alineado con la visión revolucionaria del peronismo y llegó a ocupar la gobernación de su provincia en las elecciones de marzo de 1973.
Boicoteado por la versión burguesa del Movimiento fue desplazado de su cargo por un golpe policial encabezado por el teniente coronel Antonio Domingo Navarro, el 24 de febrero de 1974 que, indudablemente, contó con el respaldo del presidente de la Nación Juan Domingo Perón.
En setiembre de ese año su compañero de fórmula, el querido Atilio López, fue asesinado por un comando de la Triple A.
Ricardo y la familia optaron por el camino del exilio y se radicaron en la nación azteca.
Me recibió con mucha afectividad y repasamos la situación del país y las actividades en el exterior.
El había participado en la formación del Partido Auténtico impulsado por Montoneros y mantenía una estrecha relación con los mismos.
Coincidimos que era necesario reactivar el proyecto de la OLA que habían elaborado la dirección de Montoneros y nuestro Buró, en vida del Comandante.
No despedimos acordando mantener el contacto.
Por su lado Héctor se puso muy contento al verme y con la efusividad que era clásica en él y su compañera me invitaron a compartir la cena preparada por Tete.
Nos conocíamos desde los 60 y coincidimos en varios proyectos entre ellos en la conformación del APR que llevara como candidato a presidente en 1973 a Oscar Alende.
Luego integró el Consejo de Redacción del diario “El Mundo” y denuncio permanentemente, desde su banca de diputado, los crímenes de la Triple A y las continuas medidas antidemocráticas del gobierno del “General”.
Su salida del país fue precedida de una verdadera aventura cinematográfica ya que para eludir a la patota de la TRIPLE A se refugió en el Congreso Nacional y aquellos sitiaron el mismo finalmente, con un grupo de amigos fieles, logró salir e iniciar el camino del exilio.
Acordamos en elaborar un plan de trabajo conjunto que incluyera un gira por varios países de Europa para denunciar el proyecto del gobierno militar de acordar con Gran Bretaña una supuesta soberanía compartida sobre las Islas Malvinas a fin que las multinacionales petroleras, vinculadas a la potencia imperial, pudieran explotar las riquezas naturales existentes en los mares circundantes de nuestras Islas.
De esa forma di por concluido este primer viaje a México, triste por tener que abandonar este mágico país y a nuestros compañeros pero con la certeza que volvería.
En la próxima narrare mi llegada al Viejo Continente y los obstáculos que encontramos para sumar voluntades a la denuncia de los crímenes del Estado Terrorista por la actividad desplegada por emisarios del Partido Comunista que “defendían“ al gobierno militar.
NOTA:Una aclaración necesaria
En la nota anterior se deslizó por error que el compañero que lideraba el grupo de “Cine de la Base“ era Raymundo Villaflor cuando, en realidad, era nuestro querido camarada Raymundo Gleyzer.
Con el fundador de la FAP el “Negro“ Villaflor compartimos la militancia en la corriente que fundaran Alicia Eguren y John William Cooke al regresar de Cuba en 1963.
Salvada esta errónea mención les rindo un homenaje a ambos que permanecen detenidos –desaparecidos.

*Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “diciembre 20”
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