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Por Guillermo Alfieri*
Crónicas en Claroscuro
 
Tras los rastros de Felipe Varela

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Fecha:27/10/2016 10:15:00 
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Remitente de La Rioja, destinatario en Paraná. Esperaba que Marcela Mercado Luna me enviara lo que le pedí: una fotografía de su papá, Ricardo, modelo de decencia ilimitada. La sorpresa fue que la imagen en papel, llegó con la yapa de cuatro libros, autoría de Miguel Bravo Tedín, intelectual que prefiere currículum breve y de modestia: historiador, humorista, cofundador de la revista Hortensia, con colaboraciones en medios gráficos de Córdoba, La Rioja y Buenos Aires. De los atrayentes títulos, elegí La Novela del Jeneral Felipe Varela. Agotada la lectura de las 180 páginas, sobresalen los rastros detectados por Bravo Tedín, en zonas grises de la vida y muerte del último caudillo de la causa federal y americanista, del siglo XIX.

Hay bibliografía previa que destaca la histórica figura de Felipe Varela, nacido en la zona rural de Catamarca en 1821, afincado en la precordillera de La Rioja y fallecido en el norte de Chile, en 1870. La investigación de Bravo Tedín, expone documentación de su propia cosecha, en archivos locales y del exterior. Además, ahonda el análisis de la obsesión de Varela de no darse por derrotado, en una trayectoria de sostenidas posiciones políticas, vencidas por el sistema unitario en lo interno y la dispersión regional, con influencia imperial.
El exilio fue frecuente para Felipe Varela, desde 1840, por su condición de joven opositor de Juan Manuel de Rosas. En esas circunstancias, fue miliciano en Chile para defender la investidura de Manuel Montt, para ejercer la presidencia del vecino país, en 1851. Para Bravo Tedín, en ese tiempo, se registra un episodio que no ha sido suficientemente difundido y evaluado en su significado. A principios de febrero de 1852, Felipe Varela integró una fuerza de mil hombres, al mando de Crisóstomo Álvarez, que atravesó los Andes para enfrentar a gobernadores del noroeste, partidarios de Rosas. Bravo Tedín denomina a esa acción como La otra cara de Caseros, porque triunfaron los rosistas, que aplicaron una tremenda represión y con actitud de camaleones repudiaron a Rosas y juraron lealtad a Justo José de Urquiza.

Una de las novedades documentales incorporada a La Novela del Jeneral Felipe Varela, es el lote de cinco cartas que el caudillo escribió entre 1848 y 1861. Cuatro de ellas están datadas en Guandacol, donde la paz le permitía la tarea de molinero y productor agropecuario. La restante la redactó en Paraná, el 15 de junio de 1858. Varela le cuenta al coronel Tristán Ávila que presenció, en la capital de la Confederación, Las Fiestas Mayas, en homenaje a la Revolución de 1810, con desfile militar de gran envergadura, como señal de advertencia a los unitarios porteños. De paso, prolongó su estadía para comprar ganado, con envío varado por la creciente del río. Hace a la crónica de lectura mencionar que en sitios de Internet se informa que Varela se refugió en Paraná o que actuó como edecán del presidente de la Confederación. Por la carta, de puño y letra, cabe el rotundo desmentido, como apunte de color.

En 1861 Urquiza abandonó el campo de batalla en Pavón en 1862 Bartolomé Mitre asumió la presidencia de la Nación y se reformó la Constitución para, entre otros puntos, fortalecer las rentas del poder central en 1863 Ángel Vicente Peñaloza fue asesinado y degollado en 1865 comienza la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay en 1866 se plantea en Cuyo la resistencia a la hegemonía unitaria y Varela da a conocer, cuando regresa desde Chile, la proclama que convoca a la lucha federal. En 1867 es vencido en Pozo de Vargas, en las afueras de la ciudad de La Rioja. Bravo Tedín encontró huellas de esas secuencias y posteriores en el bregar de Varela. En Pozo de Vargas influyó la traición de Carlos Ángel, un montonero que no aseguró la provisión de agua a sus propias filas. Urquiza puso distancia con la adhesión que le expresaba Varela. La persecución unitaria fue feroz y el drama lo narra el caudillo en seis cartas, que son angustiosos pedidos de auxilio para revertir el cuadro adverso. Su marcha hacia el norte es trabada “(…) por la pobreza en que están mis soldados y deseo siquiera darles camisa, calzoncillos y gorra para que no parezcan indios pampas, porque, a la verdad, no tienen otra figura”.
La efímera ocupación de Salta, no atenúa el fracaso de la revolución y el sangriento éxito unitario en el Paraguay y en el territorio argentino, con la intervención de Julio Argentino Roca, luego conquistador den la Patagonia. Varela arriba a Potosí. Preside Bolivia el oportunista dictador Mariano Melgarejo, que prometió apoyo a los federales y a los paraguayos, pero termina cediendo a las presiones de Mitre. Por lo leído en bibliografía boliviana, Bravo Tedín expone la conclusión de que Melgarejo fue “uno de los tarados más grandes que debe haber dado la historia de América, borracho, megalómano, que llegó a decir que Napoleón era más importante que Bonaparte y que fue el que dejó que Chile se quedara con gran parte del territorio boliviano y perdiera su salida al mar (…)”.

El célebre manifiesto de Felipe Varela, con el ¡Viva la Unión Americana!, está datado en Potosí, el 1 de enero de 1868. Bravo Tedín seleccionó tramos de la extensa pieza y los comenta. Para el historiador, la actitud de resistencia es quizás una de las más bellas lecciones que nos dejara Varela, porque hasta sus últimos momentos, ya enfermo y comido por la tisis, Varela seguiría creyendo en el triunfo final. Bien vale la sugerencia de estudiarlo y pensarlo al caudillo, por la urgencia actualizada de postulados claves para un país federal, aún no alcanzados, 148 años después.

En 1977 Bravo Tedín viajó a Copiapó. Gestionó el certificado de que en el cementerio de Tierra Amarilla fue enterrado, el 6 de junio de 1870, el “cadáver del finado” don Felipe Varela, casado con Isabel Castillo. Un experto guía lo llevó al lugar que fue cementerio, borrado del mapa por una avalancha o aluvión de barro, allá lejos y hace tiempo. Ahí no podían ubicarse los restos de nadie. Sin embargo, en 1974, con ceremonias oficiales, alusivos discursos y desfiles cívico-militares, se repatriaron los restos de Felipe Varela y se depositaron en la Catedral de San Fernando del Valle de Catamarca. El guía de Bravo Tedín sintetizó: “una mentira piadosa”. De Tierra Amarilla, Bravo Tedín trajo un puñado de huesos humanos y de suelo, para entregarlos en Guandacol, sin darlos como del caudillo.

Bravo Tedín lleva editados 20 libros. Los títulos restantes del envío de Marcela Mercado Luna, son El Chacho y Urquiza, Colonias entre Dos Siglos desde el Periodismo y Episodios-Históricos. Entre ellos, Ricardo Mercado Luna-Las Facetas de su Personalidad, en las que incluye el carácter de pionero de la Ley del Libro que existe en La Rioja, en base a una idea de Miguel Bravo Tedín. En fin, un virtual y agradable complemento a la fotografía que vino con yapa.

*Periodista - Escritor
Publicado el 27 de octubre de 2016
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