Lo trascendente es que Ale Vitas Grupo presentó el disco Saltos al Vacío, con diez creaciones musicales. Lo aleatorio es que la producción me dedica un tango, titulado Humo. Lo que importa es la obra, hecha para ser escuchada sin distracciones ni jolgorios excesivos realizada con colaboraciones de voces, instrumentos y operaciones técnicas, que refuerzan las cualidades de Ale Vitas, forjadas con talento, paciencia y trabajo. Lo eventual es que en la trastienda del escenario, una fotografía del maestro Osvaldo Pugliese protegió, a modo de talismán, el merecido éxito que tuvo la paranaense propuesta artística, en el cultural ámbito de La Vieja Usina.
Otros ojos miraron por mí, lo sucedido en la velada del 17 de setiembre, en la repleta sala de la ex fábrica de energía, con capacidad para más de 200 personas. La repercusión es fruto de lo andado por Ale Vitas, en peñas formales e improvisadas, con la guitarra que parece ser parte de su cuerpo. Reconocimiento consolidado con su participación en A la Deriva, conjunto que grabó el cd ilustrado en tapa con el globo aerostático, descripto en poesía por Jorge Luis Borges. Me cuentan que no faltaron los curiosos activos, que no malogran la oportunidad de saber de qué se trata, cuando la convocatoria es más artesanal que comercial. Me comentan, en la mesa familiar dominguera, que el espectáculo salió redondo, oído con atención y rubricado con sostenido aplauso de la nutrida concurrencia, satisfecha por el rato compartido con la combinación de sonidos.
Alejandro Vitas no vive de la música, pero la respira, lo alegra y lo inquieta, cuando un arreglo eficaz no surge de inmediato para reparar los ruidos de la partitura en borrador. Lo vi en acción, en situaciones diversas. En rueda de amigos y con público. Con apelación a la diversidad de géneros, para expresar sentimientos y configurar un repertorio con rasgos estilísticos distintivos, sin conformarse con la cómoda clonación. Pongo Saltos al Vacío en el aparato reproductor y confirmo que en las composiciones que elabora y en las que elige para interpretar prevalece el rasgo intimista, el de la confesión profunda. La variedad está en los ritmos, sin sujetarse a ninguno en especial. Como dice en unos versos “Evitando modas, sin horas de sueño / y hasta con azar, / lo quise hacer distinto (…)”
A Ale Vitas, nada de lo que es música le resulta indiferente. Por eso el tango es parte del compacto. En el caso de Humo, la historia es breve. Medio en broma, medio en serio, Ale exhortó en rueda de amigos a escribir letras, para sumarles notas armonizadas. Santiago Alfieri, mi hijo menor, le arrimó una semblanza, la mía, en la que me reconozco. “Fútbol, la barra y el tango”, como preferencias y prácticas de la pasada juventud. Hoy, al fútbol lo miro y la barra es recuerdo infinito. El tango es lo que actualizo constantemente y le encuentro riquezas incalculables. Por lo tanto, que un tango hable de mí, es un generoso exceso, que no viene mal a esta altura de la existencia que acumulo.
Como un hecho trae a otro, me enteraron que la foto de Osvaldo Pugliese (1902 – 1995) estuvo en el camarín de Ale Vitas, como símbolo de la antimufa, poder atribuido al autor de La Yumba, por su resistencia ética a los pájaros de mal agüero. Justo el admirable maestro, director de músicos y cantores notables, que en 1968 formaron el Sexteto Mayor y estuvieron comiendo en nuestra casa de La Rioja, con sopa multigustos preparada por Ricardo Morando. Repaso sus nombres: Osvaldo Ruggiero, Julián Plaza, Oscar Herrero, Emilio Balcarce, Víctor Lavallón, Alcides Rossi y el cantor Jorge Maciel.
En la tapa y contratapa del disco, va y viene Ale Vitas, guitarra en mano, por un paraje bucólico, tranquilizante, que se muestra a cielo abierto en el tríptico interior. En el cuadernillo, que sirve de hoja de ruta de la producción, aparecen los detalles. Al grupo lo completan Paulina Alfaro, Facundo Aquilini, Emilia Cersofio, Martín Aquilini e Iván Andreotti. Los invitados son Mauriciio Guastavino, Javier Benítez, Pablo Hussein y Colo Miretti. De la comunicación se ocupan Jorgelina Avalis y Juan Martín Alfieri. De diseño y fotografía Lucas Niemiz. Aspectos de la grabación los cubrieron “El Pote” y Luciano Luggren. El emprendimiento fue posible porque el proyecto fue premiado por la Municipalidad de Paraná, a través del Fondo de Incentivo a las Culturas, las Ciencias y las Artes (FEICAC 2015). Por Más que Quema es tema de Gerardo Alfonso y Cazadores de Vientos es de Paulina Alfaro. El resto son creaciones de Ale Vitas, con aporte de Santiago Alfieri en Humo y de Emanuel Cerúndolo en Rosa dos Ventos.
Los fragmentos de la producción pueden no verse en un estudio, porque los momentos de actuar se programan dispersos. Para la presentación en sociedad, se sumaron tres bailarinas que Ale Vitas caracterizó de ángeles: Marianela González, Conty Martínez y Gimena Russian. En total, fueron quince los protagonistas que se alternaron en el escenario, según el requisito de cada composición. Cuerdas, percusión, clarinete, teclado y coros al servicio de la expresión musical, con soportes de técnicos encargados de sincronizar imágenes ilustrativas y sonido sin fallas.
El equipo funcionó es lo que afirmaron los protagonistas y los activos espectadores. En lo artístico el esfuerzo fue compensado, pero se desmonta hasta nueva oportunidad, sin fecha fijada. Alejandro Vitas hará una pausa, para elaborar canciones de cuna, en la espera de su segunda hija, que nacerá en octubre. Para después, organizará recitales de dimensión acotada a las chances de continuidad. Lo decidido, en buena hora, es afirmarse en la vocación de seguir tocando: “(…) en la alquimia de la entrega / cada vez que hacés la prueba / te afirmás”, expresa el tema En Plena Formación. Está en el compacto que se consigue entrando en el facebook musicaalevitas.
*Periodista - Escritor
Publicado el 21 de septiembre de 2016
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