Un viaje hacia las utopías revolucionarias. Segunda parte. “La Omerta“-El secreto de las cúpulas militares
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Municipalidad de Parana

Por Manuel Justo Gaggero*
Un viaje hacia las utopías revolucionarias. Segunda parte. “La Omerta“-El secreto de las cúpulas militares
 
La ”Omerta“, también conocida como “la ley del silencio”, es una norma no escrita que rige el comportamiento de los miembros de la Mafia ante las autoridades y les obliga a no cooperar con ellas cualquiera sea la circunstancia.

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Fecha:25/07/2016 12:15:00 
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Sin lugar a dudas este comportamiento ha sido el de las diferentes cúpulas de las Fuerzas Armadas en estos cuarenta años que se han negado, sistemáticamente, a hacer entrega de la documentación y los datos sobre el destino de los miles de compañeros “secuestrados-desaparecidos”.
Ninguno de los gobiernos “civiles”, del período posterior en esta “democracia encarcelada”, han intentado quebrar este “juramento mafioso” y, por el contrario, han revelado que no tienen la voluntad de hacerlo ni de subordinar a las conducciones militares como lo establece la Constitución Nacional.
Más grave aún: en el último período de Cristina Fernández de Kichner fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército el General Cesar Milani, integrante del Batallón de Inteligencia y responsable directo de la desaparición de un conscripto que era su asistente en el año de “noche y niebla”.
Un caso emblemático de esta conducta y, en el que he intervenido como abogado de las familias de Santucho y Urteaga, es lo que sucedió luego de aquel triste e inolvidable 19 de julio de 1976 en que fueran abatidos, en combate, nuestro Comandante y Secretario General del Partido Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga y secuestrados y hechos “desaparecer“ Domingo Menna, Liliana Delfino y Ana Lanzillotto de Menna - esta última embarazada de seis meses.
Benito y el “Gringo” integraban el Buró Político del PRT.
Urteaga quedaría al frente de la organización luego que se concretara la decisión de la conducción dirigida a lograr que “Roby” abandonara el país para sumarse en el exterior a las tareas de solidaridad y denuncia de la dictadura cívico – militar y de esa manera preservar a este, un verdadero guevarista y exponente del “hombre nuevo”, del que hablaba nuestro compatriota.
Sobre este episodio he hecho una narración pormenorizada en la primera parte de esa saga por lo que referiré a como siguió la historia .
20 años después, en el año 1996, iniciamos sendos habeas data, junto con la colega y amiga Elena Mendoza, para intentar saber que había pasado con nuestros compañeros, y recuperar sus restos.
Representábamos a los hijos de Robi y a Facundo, el hermano de Benito.
Uno de los expedientes se radicó en el Juzgado Federal de San Martin a cargo del doctor Alfredo Bustos y el otro en el Juzgado Contencioso Administrativo cuyo titular es el doctor Ernesto Marinelli.
Luego de los consabidos problemas procesales generado por el desconocimiento que aún había sobre el instituto del habeas data, recién incorporado a nuestra Constitución Nacional en la Reforma Constitucional de 1994, comenzamos a reconstruir aquel episodio que tenía aristas realmente increíbles.
La primera constatación era que la “fuerza de tareas” que encabezaba el Capital Juan Carlos Leonetti, que irrumpió a las 14 y 30 en el departamento de la calle Venezuela al 3100 de Villa Martelli partido de Vicente López, no sabía que en el mismo se encontraban tres componentes de la dirección del PRT y uno de ellos era nada menos que Santucho.
En el enfrentamiento caen abatidos el referido capitán Leonetti y nuestro compañero Benito y es seriamente herido “Roby”.
Una disgresión importante y que muestra cómo las Fuerzas Armadas siguen escribiendo su propia historia es que tres escuelas ubicadas en las provincias de Santiago del Estero, Salta y Misiones, estrechamente vinculadas a unidades del Ejército, llevan el nombre del que encabezaba la “patota” que irrumpiera en Villa Martelli lo mismo que el predio donde se asienta el Batallón de Caballería Motorizada en Paraná.
Nada hicieron para cambiar esta mirada que homenajea a los que cometieron “crímenes de lesa humanidad quienes“ gobernaron” el país a partir del 10 de diciembre de 1983.
Los abatidos, como los secuestrados - desaparecidos, fueron traslados a la Unidad Militar de Campo de Mayo en donde funcionaba un “campo de exterminio” cuyo responsable era el General Santiago Omar Riveros.
Este ignoraba la identidad de los compañeros por lo que requirió la colaboración de la policía federal y del Batallón 601 de Inteligencia para identificarlos.
48 horas después comprobó que nada menos que los principales dirigentes del PRT-ERP estaban en sus manos y rápidamente trató de utilizar, el que para ellos era un golpe frontal al movimiento revolucionario, en la interna con el Dictador Jorge Rafael Videla pero este le ganó de mano y redactó de su puño y letra -como lo declaro en el expediente– el comunicado de prensa que daba cuenta del “exitoso operativo contra la subversión apátrida“, llevado a cabo aquél 19 de julio.
Al mismo tiempo que festejaban en la Casa Rosada, con el Embajador de los Estados Unidos Robert Hill el comienzo de la “derrota” de quienes se habían planteado disputar el poder en serio y construir una sociedad socialista en un país liberado, cambiaban el discurso hacia los medios de prensa y silenciaban el episodio censurando cualquier información al respecto.
¿A que obedecía esta decisión?.
Luego de numerosos testimonios de todos los implicados, Videla, Bussi, Riveros y oficiales inferiores y de la declaración de nuestro principal testigo protegido, concluimos que la dirigencia castrense consideraba que participaba en una guerra del “mundo civilizado contra los que pensaban hacer de la Argentina una nueva Cuba” por lo que entendían que era importante preservar los cadáveres de Santucho y Urteaga para posible negociaciones con el ERP, que lograran el desarme de este.
Corroborando este comportamiento, Riveros, en su declaración, señala que Roby era el “Comandante en Jefe del Ejército Rebelde” y con esa hipocresía que caracteriza a estos genocidas señaló que sentía un “gran respeto por este”.
Es por esa razón que lo obligan al médico policial Carlos Sparrow –declarante en el expediente – a elaborar las partidas de defunción de nuestros compañeros ya que los médicos militares le dicen que temen la “represalia del Ejército Revolucionario del Pueblo” ya que estaban inmersos en un conflicto bélico.
El hecho que los represores ignoraban quienes estaban en aquél departamento de Villa Martelli desmiente la versión de los Servicios de Inteligencia que trataban de responsabilizar a la conducción de Montoneros de esa caída para dividir al campo popular, y al mismo tiempo hecha por tierra la versión de que había un “infiltrado” en nuestra conducción.
“Divide y reinarás”, la consigna de Maquiavelo, prima en el accionar de los sectores antipopulares ayer y hoy.
Luego de más de 15 años de un proceso que aún continúa y que tiene más de 8 cuerpos nos hemos enfrentado a una barrera de silencios que nadie quiere quebrar, pese a los enunciados demagógicos de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación, durante el “menemato”, y a la “disposición presidencial de “Néstor Kichner.
La primera nos ofreció entregarnos los cadáveres de nuestros compañeros si le asegurábamos que no serían objeto de homenajes y actos políticos.
Evidentemente, Alicia Pierini no podía ignorar la trascendencia de nuestros compañeros y el símbolo que ellos representan para las generaciones venideras.
Su pedido era totalmente insólito.
Por su lado, el ex presidente ya fallecido, suponía que un decisión de esta envergadura publicada en el Boletín Oficial que ordenaba que todos los servicios de inteligencia del Estado y de las Fuerzas Armadas nos entregaran la información que solicitábamos tendría algún efecto se equivocaba.
Era evidente que esta no era acompañada de una clara manifestación de la voluntad política en esa dirección.
El resultado fue un informe “secreto” y reservado” que llegó al Juzgado del doctor Marinelli que sólo consignaba que “se carecía de datos sobre estas personas” y que no estaban detenidos en ninguna repartición policial.
Era una broma macabra que rebelaba, en los hechos, que por especulación o por lo que fuera, nadie se ha atrevido a “ponerle el cascabel al gato” y a subordinar a los mandos castrenses al gobierno civil, en esta “democracia encarcelada”.
Como en la mafia seguirá primando la “ley del silencio“, y posiblemente se lleven a la tumba un secreto bien guardado, en este caso donde están los restos de Benito y Roby y que destino tuvieron los miles de desaparecidos.
Por eso no existe posibilidad alguna de “reconciliación” mientas la verdad y la justicia no se impongan.

*Abogado.-Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”
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